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Artículos
 
El impacto de la pandemia en América Latina: retos y perspectivas para los procesos de enseñanza-aprendizaje a distancia
The impact of the pandemic in Latin America: challenges and perspectives for distance learning processes
 

iDCarlos A. Villa Guzmán 1

iDJ. Trinidad Padilla López 2

 

1Profesor-investigador en el Departamento de Estudios Políticos de la Universidad de Guadalajara. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores. Ha sido autor de libros y artículos sobre temas de política y geopolítica latinoamericana, procesos y cambios en la era de la comunicación digital, entre otros. Correo electrónico: caviguz@gmail.com.

2Profesor titular en la Universidad de Guadalajara, de donde fue rector general. Ha escrito artículos y libros en colaboración sobre temas actuales en ciencias sociales. Actualmente se desempeña como catedrático en el Departamento de Estudios Internacionales. Correo electrónico: trinop@gmail.com.

 
Resumen

En el presente artículo se analiza el impacto que hasta el primer cuatrimestre del año 2021 ha tenido la pandemia de covid-19 en América Latina, en cuanto a factores económicos, principalmente, lo que ha llevado a una agudización de la pobreza en la región, que además padece de grandes atrasos educativos. Como respuesta, se sugiere el uso de tecnologías, aun en regiones deprimidas, que puedan dar continuidad a los planes de estudios por resultar menos costosas que la infraestructura requerida para la enseñanza presencial.

Palabras clave: 
pandemia; covid-19; índices de pobreza regional; aislamiento; comunidades virtuales de trabajo; universidad a distancia.
 
Abstract

This article analyzes the impact that the Covid-19 pandemic has had in Latin America until the first four months of 2021, in terms of economic factors, mainly, which has led to an exacerbation of poverty in the region, which also suffers from large educational arrears. In response, the use of technologies is suggested, even in depressed regions, which can give continuity to the study plans because they are less expensive than the infrastructure required for face-to-face teaching.

Keywords and concepts: 
pandemic; Covid-19; regional poverty rates; isolation; virtual work communities; distance university.
 
 
 

La supervivencia (la supervivencia física, corporal) puede

funcionar sin el amor a uno mismo. En realidad, puede funcionar mejor sin él que con él.

Zygmunt Bauman

Durante el tiempo transcurrido bajo el impacto de la pandemia, ha habido cambios profundos en las formas de convivir que sin duda han sido tomados como nuevas lecciones. Esta etapa que por momentos llevó casi a la inmovilidad total a millones de individuos, principalmente en zonas altamente conurbadas en las que se obligó a suspender la mayoría de las actividades fuera de casa, trajo como consecuencia distintas alternativas para trabajar, estudiar, comunicar, organizar, producir, etcétera.

En otro sentido, esta experiencia quizá haya dado la posibilidad de concebir ideas con un acento de carácter existencial, en las que tal vez se piensa sobre la fragilidad de la vida, en la importancia de lo inmaterial, en los valores éticos u otros que probablemente tienen sentido para la mayoría.

Las acciones ante las crisis conllevan muchas veces un acento de humanismo que viene del golpe recibido, del sufrimiento y el vacío que se genera, sobre todo entre quienes más se han visto afectados por la caída de la economía o por los efectos de la enfermedad. Es posible pensar en que la nueva adaptación humana tomará otras formas ante eventos cada vez más complejos, que se vuelven desafíos difíciles de imaginar; uno de ellos y quizá el más inquietante será el desarrollo de la inteligencia artificial, debido a sus enigmáticas potencialidades capaces de volverse máquinas perfectas, que superen con creces la inteligencia humana, hasta llegar a tener “voluntad propia”.

¿Cómo será todo después, cuando se diga que ha regresado la normalidad porque se extinguió la amenaza mortal? ¿Se perderá el miedo a la covid-19, como sucede con las gripas comunes? ¿Qué se aprende de ello y que además sirva para evitar que vuelva a suceder algo tan doloroso como esta experiencia? ¿Acaso surgirán en esta época más virus desconocidos, altamente contagiosos y peligrosos? ¿Serán las mutaciones de estas epidemias mucho más terribles?

Imaginemos el regreso a las aulas como una posibilidad aún incierta, probablemente algo lejana, pero sin embargo ineludible. Quizá volveremos en algún mes del año que transcurre, no hay ya muchas razones para dudarlo puesto que se han vacunado y se vacunarán tal vez millones de personas en breve tiempo, sólo que no sabemos cómo vamos a reaccionar junto con los estudiantes. ¿Cómo nos verán ellos, que son la población no tan afectada por mostrar menos bajas que los adultos, sobre todo mayores o con algún padecimiento previo? ¿Estarán preocupados por tratar de no ser causantes de la transmisión de éste u otros males que impactan de forma severa en la salud? ¿Inmunizan totalmente las vacunas?, evidentemente no, pero casi obligan a aplicarlas.

Vaya forma de hacerse presente un fenómeno que se mira como algo fatal, imprevisto, aunque la humanidad haya atravesado tantas veces por toda clase de padecimientos colectivos de esta índole, incluso peores, como el tifo, la malaria o la llamada peste negra, el cólera morbus.

Volver a lo presencial se acompaña de medidas tales como tomar la temperatura, se crearon filtros sanitarios, además de ciertos lugares para realizar pruebas rápidas. Todos seremos vistos como potenciales enfermos hasta que se compruebe que no es así o nos detecten el virus, a partir de lo cual recibiremos otra clase de tratamiento. La nueva condición para todo será estar sano, aunque sea en apariencia, puesto que se aplicarán criterios de observación solamente para síntomas que pudieran significar la infección de covid-19, por lo que no se verán los padecimientos de otras enfermedades que se espera no sean descuidados por los sistemas sanitarios al exacerbar la atención en la covid-19. Además, estará prohibido abrir al público los ingresos a ciertos lugares si no se aplican tales protocolos sanitarios, como la relativa “sana distancia”.

Puede suceder también que la lección sea útil para que las instancias del Estado que están para ello, tomen más en cuenta la realidad que prevalece en cuanto al estado de salud que guarda la población. Por su parte, quizá muchos razonen con mayor interés en aquello que comen o beben y en qué cantidades consumen lo que sea; no sabemos con exactitud qué impactos ha tenido la epidemia en estas conductas en particular. Lo mismo se puede decir de la atención al sueño, al ejercicio, al reposo, o aquello que pudiera alterar emocionalmente por permanecer en aislamiento. Asoma entonces la posibilidad de que se encaren en forma diferente las problemáticas dentro de lo familiar, precisamente por estar más tiempo juntos padres e hijos, hermanos, abuelos, etcétera. Esto conlleva consecuencias tanto positivas como negativas.

“Quien mejor se alimenta y se nutre, más eleva sus defensas contra éste u otros padecimientos.” Este enunciado contiene certezas; sin embargo, indica también una brecha social enorme, porque nuestros países están atravesados por las desigualdades; por tanto, hay impactos en la alimentación y en la salud que ocasionan las llamadas enfermedades de la pobreza.

La aparición de la pandemia nos llevó a otra época; hubo un desplazamiento de un estado de indiferencia, de un “mundo líquido” -a la manera como lo explica Bauman en sus trabajos sobre la actualidad- que puso en vilo a la civilización con una crisis sistémica, de acuerdo con el concepto de Wallerstein, acerca del sistema mundo moderno -lo que ocurría en Chile y estaba a punto de estallar en otros países de la región, como Colombia o Ecuador, antes de la pandemia, señalaron eso- a una categoría de sociedades de interacción que se desenvuelven en red, dándose información entre cientos o miles de millones de sujetos, “redes de indignación y esperanza”, como ha llamado a uno de sus libros Manuel Castells. Por tanto, ya nada queda inadvertido, ni ignoto ni lejano. Hubo algo parecido a un relampagueo enceguecedor, un resplandor que nos dejó estáticos y a oscuras: algunos han observado que la pandemia marca el verdadero comienzo del siglo XXI.

En el ínter, hubo cambios en la Casa Blanca sin muchas sorpresas en los resultados electorales, sin embargo insólitamente conflictivos, incluyendo un “apagón” mediático para invisibilizar al presidente Trump, que se quedó hasta sin la cuenta de Facebook. Unos meses después, en un contexto muy distinto, regresó Evo Morales a Bolivia, donde preside nuevamente un representante del mas, Jaime Arce. Fue detenida la ex presidenta Janine Añez, junto con miembros de su gabinete, además de militares. De esa dimensión son los cambios que se dieron en medio de la espesa nube de la pandemia, por lo que podemos esperar más reacomodos políticos de alto impacto regional.

Cambiar para sobrevivir. Los animales se adaptan notablemente a los cambios para continuar como especies, porque utilizan su instinto al vérselas con dificultades de todo tipo; saben qué deben hacer para hallar refugio, alimento o fuentes para beber. Como parte de la naturaleza, también la gente se las ingenia hoy para salir avante de esta situación, el uso de tecnologías de Internet es una de las alternativas, sin embargo no es la única; han surgido emprendimientos familiares a partir de que ciertas actividades dejaron de ser rentables, como el turismo, que se frenó de manera abrupta con cierres de fronteras, centros vacacionales, áreas de recreo, etcétera.

Se inaugura entonces un proceso de adaptación generalizado alrededor del planeta, basado en el uso de tecnologías digitales, el problema es que no todos tienen la posibilidad del acceso, o en todo caso, la utilización no busca, mucho menos logra materializarse en algún beneficio económico, como sería adquirir habilidades para conseguir empleo o hacer trabajos de manera independiente cuando se tiene cierta práctica. Vemos que se dedica tiempo a simplemente estar en los grandes intercambios en red que conforman el nuevo discurso social. “El discurso social: todo lo que se escribe en un estado de sociedad, todo lo que se imprime, todo lo que se habla públicamente o se representa hoy en los medios electrónicos” (Angenot, 2010).

El humano tiene hoy en su base de datos una nueva experiencia que es capaz de cambiar rasgos importantes de sí mismo, al encontrarse de pronto como si saliéramos de una guerra. Podemos hablar de ello en términos comparativos con lo que sucedió en Europa después de la Segunda Guerra Mundial, o también el resurgimiento de las naciones de Oriente -China, Japón, las Coreas o Vietnam- que fueron sometidas a castigos devastadores, hasta pasando la primera mitad del siglo XX y ahora son casi potencias. La diferencia es que esta guerra la ha perdido la humanidad en su conjunto, ¿por qué?

Millones de individuos tienen cerca o tuvieron junto a ellos a alguien que padeció y finalmente logró superar las consecuencias que causó el virus en su organismo, o también a otro que lamentablemente no resistió, por lo cual perdió la vida. Podemos hablar con la mayoría de las personas conocidas o las que son contactos virtuales: nos van a confirmar esto. ¿Qué más consecuencias terribles podemos imaginar que sean peores que ésta? Ninguna guerra se compara con esta muerte silenciosa, sin bombas o artefactos, tampoco ejércitos combatiendo. Nada es comparable con la secuela de pérdidas humanas junto a la enorme desestabilización de hogares que ven agotarse sus ingresos, aparte de que sufren los terribles aislamientos.

Los imaginarios se llenaron de covid-19. Casi de inmediato al surgimiento de noticias sobre la extensión de la pandemia por el mundo, las formas en que se manifestó fueron mentalizadas por las poblaciones de diferentes latitudes, quienes pusieron en circulación toda clase de datos, principalmente a través de las redes sociales. Las informaciones provenientes de fuentes de la más variada condición incluyen centros de investigación certificados, al igual que sujetos que se autodefinen como expertos epidemiólogos o infectólogos. La mayor parte proviene de una multitud que expresa toda clase de opiniones que niegan la existencia del virus, otros la minimizan, en tanto que muchos más se escandalizaron desde que comenzó. Fue muy contundente el “quédate en casa” y “no salgas sin cubreboca o barbijo”. También observamos un frenesí por vacunarse; familias completas se desplazan a poblaciones donde tienen conocimiento de que aplican vacunas. Con tal de evadir el contagio no les detiene la distancia que tengan que viajar para buscar las dosis. No sabemos si habrá suficientes para todos los que intentan aplicarse la vacuna, así como quizá tampoco conoceremos el número de personas que no desean o no pueden acudir a un centro especializado para ello. Habrá entonces siempre muchas incógnitas sobre el origen y efectos de la más impactante pandemia que ha conocido hasta hoy la humanidad.

¿Qué sigue? Aprender la lección nos remite a revisar los sistemas políticos, conocer si está o no funcionando la democracia, qué dificultades enfrenta, ¿se perdieron de vista los fines? ¿Por qué sigue insatisfecha la gente en las tres cuartas partes del mundo?

Las hambrunas junto con grandes éxodos migratorios cobran más fuerza que antes, por lo que definitivamente cualquier ataque de virus hace blanco perfecto en un orden mundial desequilibrado, desajustado, que subyace a merced de los intereses financieros y militares:

Ya que es justamente el hecho de que la moderna sociedad capitalista se construye en torno al objetivo de la incesante valorización del valor a través del proceso de acumulación de capital, el que hace posible y hasta necesaria la ilimitada expansión geográfica planetaria de esta sociedad capitalista.

Porque dado que el valor es siempre compatible con cualquier valor de uso posible, entonces su afirmación concreta no conoce límites, y la misma puede extenderse a todo lo largo y ancho del mundo, englobando bajo su lógica abstracta y homogeneizante todos los bienes y valores de uso producidos en las más diversas circunstancias, y por ende, a todas las civilizaciones, a todos los pueblos y a todos los grupos y sociedades humanas imaginables (Aguirre, 2011).

¿Qué sucede en América Latina? La ong techo, cuya sede se encuentra en Chile y que cuenta con presencia en 19 países de América Latina, realizó un estudio sobre el impacto de la pandemia en asentamientos que se conocen como irregulares o informales, ubicados en las grandes concentraciones urbanas en nueve países del subcontinente. De acuerdo con la investigadora Fernanda Arriaza, directora de la mencionada organización no gubernamental, los programas “no fueron abordados con un enfoque de derechos humanos, que tome en cuenta a las mujeres, a las personas con diversidad sexual o algún tipo de discapacidad, que son los más vulnerables entre los vulnerables”.

Las comunidades más excluidas sufren más. Los desequilibrios sociales se cruzan con otros desequilibrios de género o etnia. Al paralizarse las actividades salen más mujeres de la fuerza de trabajo. De acuerdo con datos de la CEPAL (Comisión Económica para la Pobreza en América Latina y el Caribe) en 2020 la participación de las mujeres en el trabajo a nivel regional era de 52%, y ha bajado al 46%. Las mujeres tradicionalmente se hacen cargo del trabajo no remunerado en los hogares, y con el cierre de escuelas se ocuparon del cuidado de los hijos y los enfermos.

De igual forma, la desigualdad étnica se hizo más patente durante la pandemia. En Brasil, los resultados entre la población afrodescendiente fueron peores que en el resto de la población. Lo mismo se aprecia en las poblaciones indígenas que viven sin acceso a los sistemas de salud pública, además de que en todas las comunidades pobres, los niños, al no asistir a las escuelas cerradas, se dedican a trabajar, por lo que se incrementa el trabajo infantil.

En América Latina, por cierto, la región más desigual del mundo, hay una cifra de aproximadamente 45 millones de individuos en riesgo de pobreza debido a esta crisis que ha sido la peor en 110 años, provocando una caída del PIB de 9.4%.

El empobrecimiento creciente en forma descontrolada es el foco rojo más visible de todas las alarmas. De acuerdo con un informe del impacto de la pandemia realizado por la CEPAL, se encuentran en pobreza 210 millones de individuos, de quienes 78 millones padecen de pobreza extrema.

Con más de 20 millones de contagios y aproximadamente 635,000 defunciones, América Latina es la segunda región más golpeada por los efectos de la pandemia, detrás de Europa (datos de la CEPAL). Con 8.4% de la población mundial, América Latina registró 27.8% de las muertes en el mundo. Existe una desigualdad persistente, por lo que en opinión del politólogo Stefan Peters, director del Instituto Colombo Alemán para la Paz (Capaz) la pobreza aumentará un 4.4% en la región; es decir, se sumarán 28.7 millones de pobres, alcanzando un total de 214.7 millones. El 34.7% de latinoamericanos estarán en esta categoría, uno de cada tres.

Paradójicamente en el primer semestre de 2020 “la fortuna de los milmillonarios de América Latina aumentó en 48 mil 200 millones de dólares desde el comienzo de la pandemia”. A partir de marzo la región vio surgir en promedio un milmillonario cada dos semanas. “Hay una brecha entre la riqueza creciente y la pobreza creciente”, de acuerdo con el investigador Hanz Jurgen, de la Universidad de Kassel.

La pandemia y las respuestas oficiales seguramente tendrán efectos políticos. El 18 de octubre serán las primeras votaciones de 2021 en Bolivia, una semana después habrá un plebiscito en Chile, por una nueva Constitución y presidente. Lo mismo ocurrirá en Ecuador, Perú y Honduras. Se estima que igualmente habrá cambios en Nicaragua, donde se ha prolongado por largo tiempo el gobierno de Daniel Ortega. Este año se llevarán a cabo votaciones intermedias con cambios de parlamentos locales en México, Argentina y El Salvador; por cierto, en estos países hay un manifiesto descontento social.

Más de la mitad de los habitantes que desempeñan algún tipo de trabajo en la región lo hacen de manera informal, por lo que no cuentan con seguridad social y un tercio de esta población no tiene acceso a Internet. La situación de pobreza les dificulta permanecer en sus viviendas, al tener que salir a buscar el sustento y es cuando aumentan considerablemente las posibilidades de contagio. La gran mayoría conocieron de los programas gubernamentales de ayuda para disminuir el impacto de la pandemia; sin embargo, no se acercaron a ellos y por tanto no se beneficiaron. También las empleadas domésticas forman parte de los sectores más golpeados por la pandemia. Estamos hablando del grueso de la población de América Latina, hoy expuesta a los efectos de la peor pandemia de los últimos tiempos que ha sufrido la humanidad.

La enseñanza a distancia como alternativa ante la inmovilidad de estudiantes y maestros

Como hemos hecho hincapié, vivimos en otra clase de sociedad global que define con otras pautas el consumo y comportamiento en general de los individuos. Estas pautas se caracterizan por el uso de la tecnología en las más variadas aplicaciones, siendo las universidades instancias que experimentan la puesta en práctica de métodos de aprendizaje que ya no requieren la presencia de los alumnos. Se constituyen centros operativos que son manejados por expertos en las áreas tecnológicas para que sean éstas las nuevas aulas y laboratorios en un esquema virtual de aprendizaje en redes. Se ha pasado de la etapa experimental, a otra en la que los procesos de diseminación del conocimiento transcurren a mayor velocidad, incrementando la conectividad de usuarios. Pareciera que cambiamos de momento histórico, inaugurando una era de comunicación que tiende hacia la discriminación de las narrativas históricas, que a su vez son suplidas por modelos de interacción despersonalizados e inmateriales, pero con alto contenido de elementos pragmáticos que acrecientan el individualismo.

Un nuevo tipo de sociedad y de mundo está en vías de estructuración, teniendo como característica definitoria la prevalencia de tecnologías a un nivel jamás experimentado antes, en una fase de su diversidad, complejidad y velocidad de diseminación. Los hombres ya no ocupan el centro de la historia (Bezerra, 2010).

En la actual época, que podemos definir como tecnocéntrica, se vislumbran otros horizontes para el desplazamiento humano que, a diferente velocidad y ritmo, habita el tiempo presente; sin embargo, la tecnología está y no está en el mundo. Unos se la apropian en tanto que otros aún la desconocen. Las universidades tienen frente a sí la disyuntiva de adaptar y adaptarse al frenesí tecnológico, lo cual dista mucho de ser sustancialmente útil todavía para lograr la cobertura y sobre todo la calidad de la educación, como sucede presencialmente. Si bien se abren posibilidades de expandir el conocimiento a través de las plataformas en red, se cierran por otra parte los espacios para el contacto directo entre quienes enseñan y quienes aprenden.

Las investigadoras Eva Waisros y Raquel de Almeida, de la Universidad de Brasilia (2010), proponen que la educación ha de ser concebida como formadora del ser humano, por lo que deben ser contemplados todos los recursos que pudiesen responder a las necesidades educativas en todos los ámbitos de la comunidad social; una creciente población requiere ser formada para abrirse paso en la vida diaria. Como respuesta, la educación a distancia retoma nuevamente el propósito de ampliar los niveles de alcance educativo a través del uso de las nuevas tecnologías:

La educación a distancia rompe con la relación espacio/tiempo que caracteriza a la escuela convencional y se concreta a través de la comunicación mediada. De manera diferente a una situación de aprendizaje presencial, donde la mediación pedagógica es realizada por el profesor en contacto directo con los alumnos, la modalidad a distancia se torna en una necesidad absoluta para que se concrete la comunicación educacional (Waisros y de Almeida, 2010).

La práctica de enseñar a distancia es muy antigua, con esa intención se crearon las primeras imprentas, para que a través de los libros se difundieran saberes sobre distintas materias que servían para el desarrollo de habilidades entre los ciudadanos que no asistían a las universidades que, por cierto, ya tenían una larga historia en la humanidad: desde las bibliotecas de la antigua Grecia y de Egipto, al igual que en China, Japón, la India y el Oriente Medio.

Los medios de comunicación impulsaron este otro tipo de educación, para lo cual crearon programaciones destinadas a dar lecciones de enseñanza. Un primer marco de educación a distancia fue anunciado y publicado en la Gaceta de Boston el 20 de marzo de 1728, por el profesor de taquigrafía Cauleb Philips: “Toda persona de la región deseosa de aprender este arte, puede recibir en su casa varias lecciones semanalmente y ser perfectamente instruida como las personas que viven en Boston” (Waisros y de Almeida, 2010). En 1856, en Berlín, nos dicen las investigadoras citadas, por iniciativa de Charles Toussaint y Gustav Langenscheidt fue creada la primera escuela de lenguas por correspondencia. Posteriormente, en 1873, igualmente en la ciudad de Boston, Anna Eliot Ticknor fundó la Society to Encourage Study at Home. En 1891, Thomas J. Foster, en Scarnton (Pensilvania) puso en operación un curso que instruía sobre medidas de seguridad en las actividades mineras, impartido a distancia desde el Instituto Internacional de Correspondencia.

En 1891 las autoridades de la Universidad de Wisconsin aprobaron la propuesta que presentaron los profesores que organizaban los cursos por correspondencia dentro de los servicios de extensión universitaria. Un año después, en 1892 se creó la División de Enseñanza por Correspondencia, añadida al Departamento de Extensión Universitaria de Chicago. Ello por iniciativa del rector William R. Harper, quien había tenido experiencia como educador a distancia al preparar docentes para escuelas dominicales.

Posteriormente, en 1894 y 1895, por iniciativa de Joseph W. Knipe, fueron preparados seis, y posteriormente 30 estudiantes para obtener el Certificated Teacher’s Examination, para que se dieran a la tarea de iniciar los cursos en el Wolsey Hall. Por su parte en 1898, en Malmö (Suecia), Hans Hermod, quien era el director de una escuela que administraba cursos de lenguas, junto con algunos cursos comerciales, publicó el primer curso por correspondencia, con lo cual dio inicio el famoso Instituto Hermod ((Waisros y de Almeida, 2010).

Como hemos mencionado, el desarrollo tecnológico que acompañó a los medios de comunicación, desde su origen facilitó que éstos transmitieran ideas a distancia cuyos contenidos fueron de la más variada índole: desde lo comercial, hasta lo noticioso-informativo, lo mismo que misceláneas de entretenimiento para pasar el tiempo en el hogar. “La radio estuvo disponible desde el inicio de la década de los veinte, cuando la KDKA de Pittsburgh, PA se tornó en la primera emisora de radio comercial en operar. La radio permitió que el sonido (en especial la voz humana) fuese llevada a localidades también remotas” ((Waisros y de Almeida, 2010). En cuanto a la televisión comercial, ésta surgió a finales de la década de los cuarenta. De esta manera la imagen fue teletransportada a gran distancia con su conjunto de elementos audiovisuales, que mejoraron a medida que transcurrieron los años, hasta el presente, con la televisión digital.

La computadora fue concebida en 1946, con máquinas de grandes dimensiones que ocupaban a un número de técnicos según los trabajos programados por medio de un sistema binario que requería papel (las famosas tarjetas) y una perforadora para funcionar. El uso de estas tecnologías permanecía de cierta manera reservado a grandes corporativos, instituciones gubernamentales, o agencias y laboratorios espaciales. Varias décadas después, hacia 1977 aparecieron los micro-procesadores, que comenzaron a ser vistos como tecnologías de aprovechamiento educacional:

A partir de un proyecto desarrollado por militares científicos en las universidades americanas (Arpanet), en la década de los años sesenta, fue inventada una comunicación vía computadoras como base de educación online cuyo desenvolvimiento fue la experiencia de wbsi relatada por Frenberg. Esa experiencia fu citada por Harasin et al. (2005: 25), ahora Moore y Kearsley (2007) la omiten (Waisros y de Almeida, 2010).

A pesar de dicha controversia, algunos autores consideran este proyecto como un punto de inflexión que se llegó a conocer como sociedad del conocimiento; sociedad de la información, sociedad posmoderna, mundo globalizado.

[…] desde entonces otras formas de organización del mundo del trabajo se están desarrollando y profundizando -al mismo tiempo que de forma contradictoria producen abundancia y escasez, riqueza y miseria, un escenario de creciente violencia, vigilancia y control, sobre todo a partir de los ataques en Estados Unidos en 2001 (Waisros y de Almeida, 2010).

El computador abrió paso al hipertexto, sistema de interfases en el que una combinación de imágenes, sonidos y letras pueden viajar a gran distancia y a diversos receptores de manera simultánea. Aparecieron enseguida los correos electrónicos, que facilitan la comunicación entre personas situadas en localidades remotas entre sí. Los modelos en sincronía de la comunicación permitieron llegar más recientemente a los chats y a las grandes bases de datos. De esta forma se tuvo acceso a documentos, imágenes de fotografías, videos con sonido, todo ello de forma interactiva entre millones de usuarios tecnológicos. La convergencia de todos estos elementos ha dado lugar a una nueva comunicación para el proceso de enseñanza-aprendizaje, centrado en la computadora. De esta manera tenemos videoconferencias, así como cátedras a distancia, tutoriales, entre un cúmulo de información susceptible de ser compartido y/o reproducido como alternativa para el aprendizaje en distintos leguajes.

Debido a esta tendencia comunicacional basada en las tecnologías de la comunicación (TIC), el Consejo para la Educación por Correspondencia en 1938, en Canadá, cambió su nombre a partir de 1982, para denominarse Consejo Internacional de Educación a Distancia (ICDE). Más allá de una simple mudanza de nombre, este paso se reconoce como un proceso histórico al posibilitar un modelo de educación capaz de contribuir con la investigación y la democratización de acceso al saber con calidad:

En América Latina, la institución pionera en el uso de las videoconferencias, que dio inicio en la década de los noventa, fue la Universidad del Valle (Univalle) de Colombia. La Univalle procuró, con financiamiento propio e internacional, realizar comunicaciones videográficas (envío de computador a computador). Esa experiencia mostró que, a pesar de las dificultades inherentes a las comunicaciones telefónicas y los problemas didácticos para enseñar, el empleo de esa tecnología es factible. En México, la Universidad de Guadalajara y la Universidad Nacional Autónoma de México realizaron con éxito el uso de las videoconferencias, tanto en el país como en el exterior, sobre todo con la Universidad Estatal de Pensilvania. El Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), de México, realiza cursos de actualización profesional, sobre todo en medicina, y esto a gran escala. El ITESM cuenta con una vasta red de campus instalados en comunidades vía satélite. Por medio de esa tecnología, los profesores pueden comunicarse -tanto por la vía del video, como por medio del correo electrónico y otros medios-. Otra experiencia de realización de proyectos comparados, tales como la Asociación de Televisiva Iberoamericana (ATEI), mediante el uso compartido del satélite español Hispasat (Waisros y de Almeida, 2010).

La evolución tecnológica impulsa esa clase de educación hacia un nuevo estatus de interacción universitaria, toda vez que las herramientas digitales potencian la comunicación dialógica. En este sentido, la educación superior a distancia ha desarrollado un potencial de posibilidades educativas donde se comparten las experiencias entre un número creciente de universidades del mundo. En 1929 surgió la primera institución estatal de enseñanza a distancia en Europa Occidental, con el nombre de Centro Nacional d’Enseignement par Correspondence (CNEC), creado en Francia y cuyo nombre fue cambiado después por el de Centre Nationale de Enseignement a Distance (CNED): “Los objetivos iniciales de la institución vislumbraban la creación de una forma de educación alternativa al sistema de educación de aquel país durante la posguerra, transformándose en educación para adultos” (Waisros y Almeida). Es importante también señalar que hubo otra iniciativa que surgió con la Universidad de Sudáfrica (UNISA), que desde 1946 ofreció cursos a distancia, transformándose en una universidad a distancia. “En ese periodo surgen las nuevas universidades abiertas europeas, como la pionera Open University de Inglaterra (1969), la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) en España (1972) y la Fern Universitat, en Alemania (1974)” (Waisros y Almeida).

Durante las décadas siguientes fueron creadas más universidades abiertas en otros países que apostaron por la educación a distancia con la utilización de recursos tecnológicos acordes con sus contextos económicos, sociales y culturales.

Algunas de esas instituciones se transformaron en megauniversidades que atendían un número superior a 100 mil estudiantes. En 1995 había 10 universidades con estas características en el mundo, a saber: la Universidad de Anadolu University, Turquía, con 567 mil alumnos; China tv University Sistems, con 530 mil alumnos; Universitas Terbuka, Indonesia, con 353 mil alumnos; The Open University, Inglaterra, con 200 mil alumnos; Korea National Open University, con 196 mil alumnos; Centre Nationale de Enseignement a Distance, Francia, con 184 mil alumnos; University of Sudafrica, con 130 mil alumnos; y la Universidad Nacional de Educación a Distancia, España, con 110 mil alumnos (Waisros y de Almeida, 2010).

Otra nueva alternativa para implementar educación a distancia con la finalidad de ampliar las matrículas en enseñanza superior, son aquellas que adoptan un sistema dual; es decir, combinan los métodos presenciales con pautas a distancia: sistema dual. Esta modalidad funciona para llevar la enseñanza a ciudades apartadas de los grandes centros universitarios. Esta bimodalidad es ampliamente utilizada en países de Europa como Francia, Alemania o Suecia, entre otros, y en Canadá y Estados Unidos, donde ha alcanzado una aceptación importante.

En años recientes esta modalidad ha tenido una demanda creciente a medida que evolucionan las tecnologías digitales. Estas aplicaciones de enseñanza a distancia elevan considerablemente el número de estudiantes matriculados que combinan estudios con actividades laborales u otras. Al prescindir de aulas, estas instituciones amplían sus ofertas de enseñanza por medio de seminarios, cursos, tutoriales y demás acompañamientos pedagógicos que imprimen innovaciones constantes. Tanto las universidades unimodales como aquellas bimodales incrementan el número de estudiantes, ampliando asimismo sus actividades académicas presenciales y no presenciales.

Los ambientes de aprendizaje se modifican, prometiendo cada vez mayores instrumentos para una población estudiantil que se multiplica por áreas de especialización. Las universidades virtuales se han consolidado como alternativas en un mundo interconectado tecnológicamente.

Universidades virtuales

Las universidades virtuales están resultando atractivas debido a que no requieren espacios físicos, como aulas, ni tampoco construir campus que significan grandes inversiones. Su funcionamiento es virtual a través del ciberespacio que permite la interacción entre profesores y alumnos. El mejor ejemplo de esta clase de universidad puede ser la Universtat Oberta de Catalunya, constituida como institución uni-modal de enseñanza a distancia que utiliza únicamente el sistema virtual de enseñanza-aprendizaje. Para operar de esta forma mantiene centros de apoyo en todo el país que le permiten realizar actividades docentes y culturales en línea.

Por su parte, los esquemas bimodales pueden ser encontrados en universidades convencionales prestigiosas, que ofrecen estudios a distancia en forma paralela a los cursos presenciales. Entre ellas mencionamos a la University Simon Fraser y la University British Columbia, en Canadá, o la Standford Online, en Estados Unidos y también la Southern Queensland en Australia (Waisros y de Almeida, 2010). Estas instituciones consolidadas se destacan no solamente por utilizar estas formas innovadoras para ofrecer educación, sino porque ponen en práctica sus operaciones en niveles nacionales e internacionales. Éstas pueden funcionar como redes de aprendizaje bajo convenios bilaterales. Podemos citar como ejemplo el intercambio entre la Universidad Carl von Ossietsky, de Oldenburg, en Alemania, y la Universidad de Maryland, de Estados Unidos. Como éste podemos encontrar una variedad de casos que abarcan un conjunto de asociados, como el de A Universitas 21, que comprende un consorcio que forman instituciones de países angloparlantes como Escocia, Inglaterra, Australia, Nueva Zelanda, Canadá, Hong Kong y Singapur, asociadas con la Universidad de Michigan, en Estados Unidos. Estos aglomerados institucionales, que ejemplifican y comparten objetivos educacionales comunes que son certificados por cada asociado, permiten una producción conjunta de programas y materias. De esta forma unificada tienen capacidad para impulsar proyectos de gran envergadura que incluyen temáticas como la conservación y el desarrollo sustentable:

La difusión y ritmo exponencial de los nuevos instrumentos que permiten acceso al ciberespacio, aunado a las crecientes posibilidades de disminución de costos con el aumento de las facilidades de conexión, aumentan el interés por la educación por medio de las redes mundiales de computadoras en los demás países. Puede ser mencionado, a título de ilustración, el consorcio UniRede, creado en 2000 en Brasil, que reunió más de 60 instituciones públicas de enseñanza superior, centros de enseñanza federales de educación tecnológica y la Universidad Abierta de Brasil (uab), en 2005, con la finalidad de “democratizar y ampliar el acceso a la enseñanza superior de alta calidad y ser un canal privilegiado para la capacitación del magisterio” (Waisros y de Almeida, 2010).

Las posibilidades que apertura la combinación de instituciones en ambientes virtuales amplifica de manera exponencial la capacidad de enseñanza superior de calidad, como lo demuestran las experiencias acumuladas por décadas en varios países del mundo. Cada una de ellas ha ofrecido sus aportes didácticos y pedagógicos, que en conjunto resuelven los problemas que dificultan el acceso a los estudios a quienes desean adquirir una formación profesional o técnica, pero que las distancias les impiden asistir. El uso intensivo de las tecnologías representa una contribución inestimable para elevar los niveles de educación en cuanto al número de personas interconectadas digitalmente. Estas dinámicas pueden representar también nuevas formas de convivencia que, además de acortar distancias de tiempo y espacio, hacen respetables las diferencias culturales y sociales.

La proliferación de comunidades de trabajo en redes de aprendizaje constituye una fuente constante de innovaciones creativas al alcance de un número incuantificable de personas en todo el planeta. Las instituciones que han adoptado modelos de uni-enseñanza y otras que lo hacen de manera dual, constituyen constelaciones de educación que conllevan cambios democráticos al permitir el acceso a un creciente número de individuos.

Sin embargo, estos cambios en la composición histórica globalizada no pueden ser analizados si no se les toma de conjunto desde una perspectiva superior -mundial- que:

[…] permita identificar los procesos que han propiciado el estado actual de las cosas en lo que al tiempo y el espacio se refiere.

La preferencia de este nivel de observación se basa en la tesis de que existe una serie de factores que apuntan en la dirección de la unicidad de ciertos procesos en el mundo en general. Así, por ejemplo, la correlación entre transformaciones sistémicas a nivel planetario y la conciencia de “nuevos tiempos” en la contemporaneidad se palpa de manera clara en los análisis de acontecimientos o situaciones sincrónicos a escala mundial ocurridos en las últimas décadas. La reproductividad de este tipo de sincronías demuestra que tales situaciones no han sido fruto del azar, sino que corresponden a cambios de gran envergadura que han experimentado las sociedades contemporáneas, varios de los cuales no son perceptibles a simple vista, o su esencia es inasible cuando son analizados de manera aislada unos de otros (Fazio, 2018).

A manera de conclusión mencionamos que el espacio, el mundo del saber y el tiempo convergen para dar posibilidades cada vez más asequibles en las tareas educativas y científicas. La socialización de la enseñanza a través de las redes virtuales significa una nueva época de ilustración humana, porque abre la posibilidad de que la educación sea más abarcadora y menos costosa.

 
 
 

 

Referencias bibliográficas
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Fazio, H., y Fazio, D. (2018). El tiempo y el presente en la historia global y su época. Revista de Estudios Sociales, núm. 65, pp. 12-21. https:/doi.org/10.7440/res65.2018.02
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