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Análisis de la diplomacia cultural de la ciudad de Hiroshima, Japón. Hacia una diplomacia cultural de la paz
Analysis of the cultural diplomacy from the city of Hiroshima, Japan. Towards a cultural diplomacy of peace
 

iDOmar Cornejo Caldera1

 

1Maestría en Relaciones Internacionales de los Gobiernos y Actores Locales, Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, UDG, México. Correo electrónico: omar.cornejo9775@alumnos.udg.mx.

 
Resumen

Este trabajo estudiará a las ciudades japonesas de Hiroshima y, de manera paralela, Nagasaki, en su trayecto por crear una paradiplomacia enfocada en el desarme nuclear. Se tiene como objetivos el estudiar la diplomacia cultural creada por las ciudades niponas que promueve el desarme entre la comunidad internacional, a través del análisis de la acción diplomática de estos actores subestatales, demostrando los resultados enfocándose en el desarme nuclear internacional.

Se considera la pertinencia de este trabajo para la introducción de los conceptos y metodologías de la investigación por la paz y sus comentarios hacia las teorías tradicionales de las relaciones internacionales, teniendo como ejemplo a dos ciudades que han incluido en sus políticas públicas el trabajo por la paz.

Por lo anterior, el presente artículo versa sobre las implicaciones de la paradiplomacia de las ciudades de Hiroshima y Nagasaki en las estrategias de desarme nuclear a escala internacional, tomando en cuenta la participación de las ciudades como actores internacionales.

Palabras clave: 
Estudios de Paz; Diplomacia cultural; Paradiplomacia; Desarme nuclear; Actores no tradicionales.
 
Abstract

This article will study the Japanese cities of Hiroshima, and in parallel Nagasaki, in their journey to create a paradiplomacy focused on nuclear disarmament. The objectives are to study the cultural diplomacy created by the Japanese cities promoting disarmament among the International Community, through the analysis of the diplomatic actions of these sub-state actors, demonstrating the results focusing on international nuclear disarmament.

The relevance of this work is towards the introduction of the concepts and methodologies of Peace investigations (PI) and its comments around the traditional theories of international relations, taking as an example two cities that have based their public policies on the work for peace and nuclear disarmament.

Therefore, this article deals with the implications of the paradiplomacy of the cities of Hiroshima and Nagasaki in nuclear disarmament strategies at the international level, taking into account the participation of cities as international actors.

Keywords: 
Peace studies; Cultural diplomacy; Paradiplomacy; Nuclear disarmament; Non-traditional actors.
 
 
 
1. Introducción

Aproximarse al estudio de las armas nucleares, tanto cualitativa como cuantitativamente, resulta complejo debido a las causas de seguridad nacional que cada Estado presenta al respecto de sus arsenales. Sin embargo, es posible realizar estimaciones al respecto del tamaño de los arsenales que poseen los Estados Nuclearmente Armados (como se categorizan en el Tratado de No Proliferación Nuclear), así como aquellos países que por condiciones políticas no accedieron a la adhesión de controles internacionales para el desarme nuclear o renunciaron a ellos.

La Oficina de Asuntos de Desarme de la Organización de las Naciones Unidas (OADNU) estima la existencia de 22,000 armas nucleares en el mundo, mientras que el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo, a través de su Anuario del año 2015, calcula unas 15,800 cabezas nucleares en posesión de nueve países, cinco de ellos adheridos al Tratado de No Proliferación Nuclear (NTP, por sus siglas en inglés).

A la luz de la reciente escalada en las tensiones diplomáticas suscitadas por el conflicto bélico entre Ucrania y Rusia, el riesgo latente sobre el uso de armas nucleares se ha colado entre las líneas del debate público, propiciando a su vez que recobre relevancia el interés por las propuestas de desarme nuclear planteadas desde hace décadas en diferentes tratados internacionales.

Ante esta problemática, el presente ensayo estudiará a las ciudades japonesas de Hiroshima y, de manera paralela, Nagasaki, en su trayecto por crear una paradiplomacia enfocada en el desarme nuclear, teniendo como objetivos estudiar la diplomacia cultural creada por las ciudades niponas que promueve el desarme entre la comunidad internacional y analizar si la acción diplomática de estos actores subestatales ha tenido algún resultado enfocado en el desarme nuclear internacional. Debido a la información escasa, imprecisa y aún no profundamente analizada en el mundo hispanohablante, y la dificultad de acceder o entender fuentes de primera mano en japonés, se plantea este trabajo como una investigación de tipo exploratoria.

2. Desarrollo
2.1. Marco teórico referencial: paz imperfecta y diplomacia cultural como referencia teórico conceptual

La categoría de análisis que representa la paz imperfecta se considera idónea para el tema presente, debido a que esta explica la realidad social e histórica como una en la cual la paz se posiciona por encima del pensamiento pesimista donde la existencia de la paz se considera nula, imposible o anacrónica, desafiando las posturas realistas de las relaciones internacionales.

Este posicionamiento de los estudios de paz ve que, a pesar de la existencia del conflicto, la paz predomina en la existencia humana. Esto se puede observar en cualquier sistema de relaciones, desde las más cercanas y comunes hasta aquellas involucradas en el sistema internacional; o a través del tiempo, haciendo una lectura histórica donde no se ponga el conflicto como base para el desarrollo y el estudio antropológico, sino la paz.

Las formas de acción de la paz imperfecta son las de actos regulativos, transformadores y cotidianos de los conflictos, conflictos que pueden llevar a la violencia. La paz no es por ningún motivo absoluta, sino que está en constante desarrollo, inacabada, y la visión de esta teoría es que siempre debe estar en construcción, una paz terminada es contraria a su propia ontología (Muñoz & Arenas, 2012), aquí es donde se centra el significado de la paz imperfecta, en no pensar que esta tiene un punto de llegada, sino que todos los posibles conflictos existentes necesitan ser comprendidos y resueltos de una forma creativa; sin esta capacidad creativa y emocional originaria de los humanos la paz no podría existir.

El conflicto no deja de hacerse presente en las continuas relaciones sociales, la paz imperfecta lo reconoce como parte del universo, de las realidades y las vivencias, pero no lo sobrepone a la paz como modelo principal de análisis. El conflicto es una característica de los seres vivos necesaria para su autopreservación, pero esto no quiere decir que todos o la mayoría de los conflictos dentro de nuestra historia como seres humanos se hayan traducido en violencia, según evidencia ha sido todo lo contrario.

Tanto en la historia como en la sociología, y hasta en las relaciones internacionales, se deberían estudiar las acciones en las que se regulan de manera pacífica los conflictos. Algunas formas en las cuales se pueden ver estas interacciones pacíficas tanto en relaciones verticales como de manera horizontal, según Muñoz (2006), estos son algunos de los que podríamos observar:

 
Individual/grupal Regional/estatal Internacional/planetaria
Socialización, caridad, cariño, dulzura, solidaridad, cooperación o mutua ayuda Acuerdos, negociación, Intercambios Pactos, acuerdos, tratados, organismos internacionales, intercambios, ONG

Fuente: Elaboración propia.

 

Una de estas experiencias de paz imperfecta puede verse materializada en las acciones por parte de los habitantes de Hiroshima y Nagasaki, que al haber sido destruidas sus ciudades por uno de los artefactos más destructivos y mortales debido a un conflicto, no han buscado la venganza ni la represión sino la no repetición; sus habitantes y el mundo han creado lazos alrededor de esto donde de formas directas e indirectas reivindican la paz no como un objetivo de primer orden, como se hizo después de la Segunda Guerra Mundial (Toro Calonje, 2020), sino como una donde se incluyen las distintas experiencias y fenomenologías de la paz desde una perspectiva en la que no se niega el conflicto.

Pasando al concepto de diplomacia cultural, se considera que este es polivalente, ya que tanto diplomacia como cultura tienen significados distintos entre diferentes comunidades e individuos; a causa de esto es fundamental para cualquier trabajo que quiera utilizar estos dentro de su apartado teórico otorgar una definición al menos resumida de qué es la cultura y cómo la diplomacia la usa para llevar a cabo sus objetivos teóricos (Rodriguez Barba, 2015).

Saint-Pierre (2003) define la cultura como

un conjunto complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, las costumbres, el derecho, las tradiciones, así como toda aquella disposición o uso adquirido (normas, valores y modelos de comportamiento) para el hombre que vive en sociedad.

En tanto, la UNESCO la definió como

el conjunto de los rasgos distintivos espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o a un grupo social y que abarca, además de las artes y las letras, los modos de vida, las maneras de vivir juntos, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias (Conferencia Mundial sobre las Políticas Culturales, 1982).

Más allá de su significado, hemos visto que la cultura y el arte han ayudado no solo a desarrollar industrias para beneficio de los Estados, han ayudado a visualizar, comprender y están inmiscuidos en asuntos importantes para la comunidad internacional como las migraciones, los derechos humanos, la diversidad, la tecnología, la globalización y la reformulación del concepto de seguridad (Rodriguez Barba, 2015).

La diplomacia cultural también es polivalente y tiene en la mayoría de sus acepciones, la mayoría de las interpretaciones sobre diplomacia cultural vienen ligadas a una visión realista sobre su uso, es decir, el principal actor quien ejecuta la diplomacia cultural es el Estado y sus instituciones encargadas de posicionar la política exterior.

En segundo orden se encuentran organismos privados o descentralizados con objetivos específicos, sin embargo, para este trabajo se prefiere la interpretación de Cummings (2003), en la que explica que la diplomacia cultural es “el intercambio de ideas, información, arte u otros aspectos entre las naciones y sus pueblos con el fin de lograr un entendimiento mutuo”.

La perspectiva de la diplomacia cultural de este trabajo no es la de un instrumento que cae en el reduccionismo de considerarla un utensilio destinado a la expansión del Estado (ya sea en su formato territorial, político o económico) sino como un vehículo cuyo propósito es propiciar el entendimiento mutuo, incrementar la comunicación, y generar relaciones (Montoya Ruiz, 2014), atributos que congenian con los posicionamientos y estudios de la paz, pero que quizá dentro del sistema internacional dominado por las teorías de corte realista se puedan ver como con demasiado escepticismo y esto conlleve a su infravaloración debido a su no correlación como un instrumento del soft power, la cual es vista como el ejercicio del poder sin el uso de amenazas o la coerción directa, estatal, y su uso de esta diplomacia para promover los valores y la riqueza cultural de una nación con miras al beneficio del Estado (Barba, 2015) o del mero interés nacional.

Las ciudades también pueden ejercer la diplomacia cultural, la Universidad del Sur de California (USC), en su Centro de Diplomacia, menciona que la diplomacia cultural está subsumida en las categorías de diplomacia pública o del soft power y las consecuencias que trae ello, sin embargo, no quiere decir que las ciudades no puedan ejercer la diplomacia cultural, ya que existe una reciente necesidad por parte de las ciudades (especialmente las más cosmopolitas) de crear estrategias para tratar diferentes circunstancias como la migración, el ascenso del populismo nacionalista y el multiculturalismo.

Dentro de este panorama las ciudades han creado líneas de comunicación y redes trasnacionales para intercambiar cuestiones culturales, una de ellas es la World Cities Culture Forum, en donde 39 ciudades (a mayo de 2022) y sus sectores culturales discuten sobre industria y el rol de la cultura para el desarrollo social (Priewe, 2020).

Para entender el carácter de cooperación que existe desde las ciudades, podemos resaltar las características de estas al momento de abordar los conflictos:

Hay que tener en cuenta que las autoridades locales generalmente no poseen armas, dado que estas son monopolio del Estado. De esta forma, las autoridades locales tenderán a ver los problemas menos militares y buscarán soluciones dentro de su ámbito de competencia a través de iniciativas más enfocadas en la seguridad humana (Kramer, 2013, p. 33).

Además de las redes multilaterales de ciudades existen las relaciones uno a uno, el seguimiento de relaciones antiguas o la formalización de nuevas, todas respondiendo a los objetivos de una diplomacia cultural bajo los significados de Cummings; una diplomacia fuera de los preceptos del soft power parece estar llevándose a cabo.

2.1.1. Contexto social japonés post Segunda Guerra Mundial

Las condiciones políticas a las que se sujeta el mundo posterior a la Segunda Guerra Mundial surgen del enfrentamiento entre dos potencias político-militares que, bajo el sustento ideológico de la doctrina económica a la que cada una se adscribe, comienzan a generar zonas de influencia para detentar el poder mediante acciones propias del imperialismo.

Es en este tenor que Estados Unidos y la extinta Unión Soviética comienzan una de sus carreras más álgidas: la armamentística. A la par de este enfrentamiento encuadrado en el periodo de la Guerra Fría, Japón deponía las armas y se disponía a reestructurar su sistema político-institucional bajo un conjunto de medidas apoyadas principalmente por la ocupación estadounidense que se mantuvo hasta 1952, las cuales serían fundamentales para su pronta recuperación.

Entre las acciones claves para el resurgimiento económico japonés tenemos a la doctrina Yoshida, la cual se basó principalmente en una estrategia de seguridad; por una parte, aceptaba un pacifismo con reservas y, por otro, aseguraba su territorio a través de un tratado firmado con Estados Unidos, dicha doctrina fue fundamental para la recuperación económica que tuvo Japón, este cambio en la política exterior trajo consigo estabilidad, prosperidad y seguridad a la nación nipona (Pérez Esquivel, 2014, p. 42).

Japón, habiendo sido partícipe en la Segunda Guerra Mundial como protagonista al lado de las otras dos potencias del Eje, además de reestructurar su economía y sociedad tras la derrota, tuvo que dar un giro en la proyección que tenía hacia el mundo. Posterior a las detonaciones de las dos bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, el rostro del Imperio tuvo que cambiar a uno donde las acciones de la guerra fueran, si no olvidadas, cuando menos más difusas.

La apuesta del país nipón para redefinir su imagen ante el mundo se da tras su entrada en la UNESCO en 1951, que para Pérez (2014) configura la primera de cinco etapas de la evolución de la diplomacia cultural japonesa, haciendo de la cultura y los productos tecnológicos un estandarte de reposicionamiento dentro de la comunidad internacional.

Las mismas limitaciones del país para acceder al poder duro desde las posiciones regulares, como lo es la posesión de un ejército propio y al que se le pueda catalogar como “poderoso”, hace hasta obligada la recurrencia de Japón a modalidades distintas para el resurgimiento de su identidad nacional.

Si bien para el poderío militar de sus vecinos en la región, estos esfuerzos de posicionamiento cultural pueden significar un agregado al poder duro con el cual acompañar su inmersión en latitudes occidentales, la situación particular de Japón no hace otra cosa más que forzar la adopción de políticas de fomento a la cooperación internacional, a la par de una dispersión de sus elementos culturales, desde los más arraigados a la tradición nipona, hasta los más pop como el anime, el manga o el J-Pop (Espinoza Méndez, 2013).

Insertándose nuevamente en el plano internacional, Japón logra que sus productos y elementos culturales puedan permear dentro de los mercados regionales asiáticos para posteriormente allanar el terreno en las potencias occidentales de la Unión Europea y Estados Unidos. Sin embargo esta proyección se vuelve un sujeto sin rostro, es un poder blando sin el verbo rector del Estado. Se denota la desaparición del Estado-nación en la aplicación de políticas diplomáticas orientadas a mejorar la imagen de un Estado con precedentes que no sirven al contexto de pacificación al que se encuentra forzosamente sujeto (Osorio, 2016).

Esto se puede ver influenciado por la situación concreta de la región, pues para librar la asociación negativa que los vecinos de Japón tienen al respecto del país con sus productos, se recurrió a la eliminación de rasgos culturales japoneses en los productos nipones que inundaron el mercado asiático posterior al año de 1960.

Posterior a la crisis bursátil que el país atravesó en 1990, se reformuló la aplicación de estas estrategias de diplomacia cultural ligadas al poder blando. El uso de la cultura popular ahora es un pilar de la producción que se exporta al mundo, siendo los productos de contenido cultural como el anime, el manga o los doramas, piezas fundamentales de la nueva estrategia de implementación del poder blando que el país adoptó en 2002 con Yonichiro Koizumi a la cabeza de la jefatura del Gobierno Japonés (Baquero Hernández, en Jaramillo Jassir, 2015).

2.2. Hiroshima y Nagasaki como agentes diplomáticos
2.2.1. Contexto de la diplomacia nuclear

Si bien existen dilemas éticos al respecto del uso de la cultura dentro de los programas de políticas exteriores, hablar de diplomacia cultural no implica la instrumentalización de los elementos culturales de una nación para alcanzar el sometimiento o conquista entre Estados, por el contrario, “posibilita ese tránsito de información y conocimiento acogiendo una mirada de largo plazo, y acondiciona la construcción de roles de amistad en medio de la diferencia, de la diversidad” (Montoya Ruiz, 2014, p. 193).

Crear las condiciones para el fortalecimiento de las relaciones entre Estados a partir de un enfoque de cooperación, es el primer reto al que se enfrenta la diplomacia cultural, particularmente por la escalada en las tensiones internacionales a la luz del conflicto bélico en la región del Dombás, y a la que se subsumen intereses regionales por el control de la zona y sus recursos.

Por su parte, la adopción y compromiso a largo plazo de medidas que propicien el desarme nuclear no han tenido la trascendencia esperada. Pese a la firma de tratados internacionales en la materia, el compromiso de los Estados Nuclearmente Armados no ha pasado de plasmar su firma en ellos, puesto que los arsenales siguen creciendo y, hasta hace unos años, se encontraban en miras de modernizarse (Rubbi, 2016). Para lograr una cooperación en la materia, la adhesión a los tratados no debe entenderse como el fin, sino como un medio que acompañe a las medidas de cooperación insertas en el ejercicio de la diplomacia cultural.

En ese orden de ideas, nos enfrentamos a una indeterminación de los Estados para adoptar medidas que propicien el desarme, al ser los instrumentos multilaterales el fin en sí mismo que construirá la paz, es decir, se sientan las bases de un futuro pacificador en documentos cuya aplicación no está sustentada sobre nada más que la coacción entre Estados. A decir de Grasa (2010):

La idea, sencilla, es que ocuparse de la construcción de la paz, en un sentido que va más allá de la ausencia de violencia directa, supone abordar las causas y los factores múltiples que provocan el estallido y surgimiento de la violencia en los conflictos contemporáneos (Grasa, 2010, p. 73).

Así pues, la resolución de los conflictos a partir de su reconocimiento y regulación es el segundo punto al que se le debe hacer frente al momento de crear un modelo pacificador que haga valer la soberanía de los Estados, a la vez que procura el mutuo entendimiento a partir del intercambio cultural.

2.2.2. La diplomacia cultural de Hiroshima y Nagasaki al respecto del desarme nuclear

A continuación analizaremos las implicaciones de la paradiplomacia de las ciudades de Hiroshima y Nagasaki en las estrategias de desarme nuclear a escala internacional, tomando en cuenta la participación de las ciudades como actores internacionales.

2.2.2.1. Diplomacia y actores no tradicionales para el desarme

El primer intento diplomático por abolir las armas nucleares se dio en México en 1967 con el Estatuto de desnuclearización de América Latina y el Caribe, también llamado Tratado de Tlatelolco. Este primer esfuerzo por la desnuclearización ha tenido algunos efectos según Gil Rodríguez (2017), este acuerdo, cuando menos en la región, sigue vigente, un genuino interés por mantener la zona libre de armas nucleares y que esta ha promovido el desarme nuclear más allá de la región latinoamericana y caribeña, con los siguientes acuerdos firmados en el mundo:2

 
Nombre del Tratado Objetivo Fecha de firma Entrada en vigor
Tratado de Rarotonga Establecer una Zona Libre de Armas Nucleares en el Pacífico Sur 6 de agosto de 1985 11 de diciembre de 1986
Tratado de Bangkok Crear una ZLAN en el Sudeste asiático 15 de diciembre de 1995 27 de marzo de 1997
Tratado de Pelindaba Crear una ZLAN en África 11 de abril de 1996 15 de julio de 2009
Tratado de AsiaCentral Crear una ZLAN en Asia Central 11 de abril de 1996 21 de marzo de 2009

Fuente: Elaboración propia con datos recopilados de Gil Rodríguez (2017).

 

En la introducción de su trabajo “La no proliferación de armas nucleares a fines del siglo XX”, Miguel Marín Bosch (1996) menciona: “El desarme nuclear es demasiado importante para dejarlo únicamente en manos de gobiernos y sus dirigentes políticos y militares”.

Marín Bosch describe cómo es que diferentes actores no tradicionales han generado avances para proyectar la agenda del desarme nuclear, pone el ejemplo de cómo en 1993 presiones por organizaciones no gubernamentales y la Asamblea General de las Naciones Unidas exigieron un fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) acerca de la legalidad del uso de las armas nucleares respecto a la salud y el medio ambiente. Al igual, en 1994 se exigió que la CIJ se pronunciara al respecto: “¿El uso o amenaza de las armas nucleares está permitido en alguna circunstancia bajo el Derecho Internacional?”.

También en 1994 la Asamblea hizo una resolución en la que se estipula un plan de acción a través de un programa en la cual se propuso una reducción escalonada de la amenaza nuclear, esto fue propiciado inicialmente por una ONG llamada Parlamentarios para la Acción Mundial.

Otro ejemplo de cómo actores no tradicionales inciden dentro del régimen de desarme puede observarse en la Alliance for Peacebuilding, Search for Common Ground o la Swisspeace, entre muchos otros (Berg, 2008). El anterior menciona que los debates en torno al desarme nuclear no han rendido muchos frutos pero que eso no significa que no haya habido progreso, el autor menciona los siguientes puntos para afirmar esto:

  • Existen ahora formas de que estudiantes investiguen, aprendan y ejecuten la paz a través de líneas concretas (que antes no existían).

  • El aumento de misiones de paz de las Naciones Unidas posterior a la Guerra Fría.

  • Hay un mayor número de personas con interés de mantener una estabilidad dentro de la sociedad.

  • Hay mayor eficiencia por parte de aquellos profesionales de la pacificación y la edificación de la paz.

  • El mundo del arte, la cultura y la ciencia cada vez se integran más a las discusiones sobre la paz y la violencia. Por ejemplo, la Academia Mundial de Arte y Ciencia se ha pronunciado sobre que deban existir más fuentes (no solo las estatales) para que se aborde el tema del desarme con más seriedad (Berg, 2008).

Berg menciona que es sumamente necesaria la intervención del activismo ciudadano, y de nuevas figuras políticas que están del lado de la paz, ya que existe una corriente cada vez más consciente sobre la problemática que exige a los gobiernos de todos los niveles responder mejor a las necesidades de su población.

3. Acciones diplomáticas de Hiroshima y Nagasaki

El texto de Hirokazyu Miyazaki “Hiroshima and Nagasaki as models of city diplomacy” (2021) se relaciona enteramente con el tema que aquí se trata, al correlacionar los esfuerzos que ha llevado las ciudades de Hiroshima y Nagasaki con sus modelos de diplomacia de la ciudad, a diferencia de otras ciudades que han promocionado temas como los de estudios urbanos, seguridad y terrorismo, estas dos ciudades se han destacado por promover una visión de un mundo sin armas nucleares desde 1970. Los alcaldes de estas dos ciudades han logrado justificar el uso de recursos públicos para generar campañas asociadas con un objetivo político que tradicionalmente se encontraría fuera de su jurisdicción.

Hiroshima y Nagasaki han desarrollado su legitimidad como promotores de la cultura del desarme a escala local, nacional e internacional. Sin embargo su legitimidad ha sido, desde los años 70, cuestionada tanto por su cooperación con el gobierno nacional como su confrontación con él. Lo que les ha dado impulso a ser reconocidas como entes diplomáticos ha sido su colaboración con ciudades, con organizaciones no gubernamentales y con individuos fuera de Japón.

Miyasaki nos dice que Hiroshima y Nagasaki han conseguido legitimidad en el campo del desarme nuclear como actores en el escenario internacional (más allá de su relación histórica con lo sucedido en sus respectivas ciudades) a través de tres procesos:

  • Legitimidad a través de la despolitización: Actores locales se dedicaron a promover la paz en los años 40 y 50 (religiosos, empresarios, artistas), los alcaldes de estas ciudades quedaron con una responsabilidad histórica en promover la paz y han efectuado casi de manera ritual acciones encaminadas a esto. Las ciudades también ofrecieron su visión en las Naciones Unidas durante el conflicto de la Guerra Fría. Se promovieron campañas despolitizadas para la eliminación de las armas nucleares enfrascadas en el universalismo y el humanitarismo por parte de los ayuntamientos.

  • Legitimidad a través de repolitización: en los 90, las ciudades, especialmente Nagasaki creó infraestructura y declaraciones para promover la paz en desafío con la política nacional de la época. Los alcaldes de estas dos ciudades participaron en 1996 como testigos ante la Corte Internacional de Justicia contra la legitimidad del uso de las armas nucleares; el gobierno nacional instó a los dos alcaldes a no criticar a Estados Unidos, sin embargo, los dos alcaldes dejaron claro que el uso de las armas nucleares debería de ser ilegal en todos los casos, esto fue una afrenta al Estado nipón; ambos alcaldes decidieron repolitizar su apoyo a la paz dirigiéndose a una audiencia global y a sus cada vez más politizados ciudadanos.

  • Legitimidad a través del networking: colaboradores globales, Alcaldes por la Paz, organizaciones no gubernamentales, y ciudadanía internacional. A diferencia de los otros dos puntos, la legitimidad ya no solo se generaba a través de las discusiones de las relaciones entre Estados Unidos y Japón o de la memoria de guerra, sino que hoy en día existe una colaboración multitudinaria en la cual existe un compromiso por la eliminación de las armas nucleares y esta es expresada, afirmada y compartida (Miyazaki, 2021).

3.1. Análisis de la información recopilada de Hiroshima y Nagasaki

La información aquí recopilada nos permite observar que, en el caso concreto de Hiroshima y Nagasaki, las dos ciudades se han hecho de una legitimidad para abordar y reposicionar la discusión en torno al desarme nuclear, principalmente por haber sido las únicas ciudades blancos de un ataque con este tipo de armamento. La situación específica de estas dos ciudades permite que puedan articularse como interlocutores no alineados a un interés político particular del Estado al que pertenecen, pudiendo desplegar diferentes acciones de movilización sin que estas tengan una interpretación hostil para la soberanía de los Estados Nuclearmente Armados.

Remitiéndose a los hechos particulares respecto al desarme en el mundo, nos encontramos con escenarios alentadores para el estudio de las conflictividades y la paz, toda vez que existe un interés al respecto de la pacificación de la sociedad mediante el empleo de mecanismos de acción distanciados de la tradición bélica de resolución de conflictos. La prevalencia de actores con capacidad de diálogo fuera de un contexto estatal es un punto fundamental para que, justamente los actores estatales y subestatales, se involucren en el fortalecimiento y promoción de agendas que permitan construir un contexto de paz sostenida, al asumir compromisos con estos actores que se mantienen fuera de la influencia del ámbito estatal.

Se forjan alianzas entre actores internacionales y gobiernos locales, dentro y más allá de las zonas de conflicto, en un intento de crear entornos políticos e institucionales en los que dura la reconstrucción. Concretamente, las agencias de ayuda humanitaria, las organizaciones de la ONU, las agencias de transición administrativa, fuerzas de mantenimiento de la paz y ONG invitan a los gobiernos locales a sumarse a su labor de esfuerzos para consolidar de la paz (Musch, 2014, p. 3).3

La aportación de estas dos ciudades para el fortalecimiento de los vínculos con actores institucionales no gubernamentales ha incidido de manera concreta en la creación de fundaciones, centros de estudio, iniciativas y alianzas gubernamentales para la paz, como la Hiroshima Peace Culture Foundation (HPCF, 2004), cuyo propósito es “transmitir los hechos sobre el bombardeo y contribuir a la difusión del pensamiento que promueve la paz y la comprensión/cooperación internacional”.

Precisamente este es un ejemplo de cómo la vinculación internacional centrada en la construcción de una agenda de paz con fines específicos en común puede derivar en acciones concretas que incentiven la cooperación fuera de contextos politizados. Es el fortalecimiento de estas alianzas multilaterales lo que permitirá preservar un compromiso común a largo plazo que ayude a transitar hacia un modelo de cooperación para el desarme, que reconozca en primer lugar los conflictos existentes y cuya meta sea la distensión de las hostilidades para lograr una resolución favorable con todas las partes.

3.2. Evidencia teórica

Los conceptos de la paz imperfecta y de la diplomacia cultural por parte de las ciudades están relacionados y se fortalecen en el imaginario global de manera bidireccional. La labor de las ciudades y sus actores en cuestiones de paz ha sido significativa a través de la historia, los gobiernos locales parecen tener una responsabilidad para contribuir en los diálogos y los debates sobre paz, los cuales se han construido un sinnúmero de organizaciones con miras de tratar el tema del desarme nuclear.

Hiroshima y Nagasaki han demostrado a través de su historia cómo es que la diplomacia cultural dentro de sus ciudades ha transmitido a una escala global el concepto de cultura de la paz. Musch (2022) nos dice que aún la diplomacia de las ciudades tiene una visión estrecha sobre la paz pero que se va desarrollando mientras exista más cooperación descentralizada.

Bajo la postura de esta idea, podemos comprender que no existe una paz, sino paces que se desarrollan de manera intersubjetiva entre las personas y sociedades; sí, es real, pero esta misma se superpone a la realidad. La paz es imperfecta en su suposición y además en su aplicación, la realidad supone que siempre existirán conflictos de los cuales tendremos que estar trabajando a los cambios sociales, a nuestros valores y también a la forma en la cual nos interrelacionamos a través de la conflictividad. Imponer una forma de paz es conflictivo y afirmar que esta solo es ausencia de violencia no es un esfuerzo suficiente para comprender la complejidad de la realidad social donde eventualidades violentas puedan surgir y resurgir.

Desde una perspectiva de las relaciones internacionales se analiza si las organizaciones internacionales deberían de actuar con actores locales en el manejo de conflictos, ya que estos se les adjudican casi enteramente a los Estados, y si es así, qué efectos tendría.

Como lo hemos visto en los casos de Hiroshima y Nagasaki, la realidad es que las ciudades ya han participado en asuntos que supuestamente solo tendrían que pertenecer a los Estados, las teorías sobre la ciudad de Rogier van der Plujim (2007) y su propuesta del por qué las ciudades son buenos actores en los roles diplomáticos se han visto reflejadas en estas dos ciudades: pueden reconocer más fácilmente la politización y las problemáticas en el orden local, y se perciben como actores (y también han actuado) más neutrales y despolitizados.

4. Resultados y conclusiones

El desarrollo de armamento nuclear en el mundo no ha parado, Rusia cuenta con misiles hipersónicos y los países anglosajones están en proceso de investigación de estas armas destructivas. La ONU se ha visto completamente rebasada ante un posible escenario de catástrofe nuclear, demostrando que la diplomacia vertical ha fallado para detener la barbarie de la guerra, por ello más que nunca se necesitan nuevos proyectos para replantear la búsqueda de paz en las relaciones internacionales.

El planteamiento de que nuevos actores como las ciudades desarrollen la cultura de la paz, se presenten a través de agentes tales como los ciudadanos con un interés por la paz, incentivando, organizando, interactuando y generando redes alrededor del mundo, la cual es una alternativa para que los Estados comprendan que son innecesarias las armas nucleares y que existe una presión coordinada a escala global para afrontar esta necesidad humana.

Las experiencias de las ciudades de Hiroshima y Nagasaki nos han demostrado que la intervención de las ciudades como entes diplomáticos en aras de la paz es posible, y estos dos han provocado que distintos actores a escala global participen en los procesos de pacificación y en la teorización de la paz.

Si existe una incapacidad tanto en el sistema internacional tradicional como en los mismos Estados para entablar discusiones en torno a los conflictos y la paz, una propuesta sería que la ciudadanía global ejerciera este rol a través de medios despolitizados y sin interferencia de los gobiernos centrales, utilizando la cultura como un lenguaje diplomático en el cual se llegue a puntos de encuentro entre distintas sociedades, utilizando la cultura no como una herramienta del soft power, sino al contrario, para desmantelar los imperialismos culturales impuestos por las políticas exteriores de los Estados en un formato vertical y escuchar a los pueblos de manera horizontal.

Ante esto, lo lógico sería pensar quién se va a encargar de esto si no van a ser los Estados u organizaciones pagadas por los Estados y que no garantizarían la neutralidad necesaria para el desarrollo de esta integración social que una a las localidades de forma horizontal. Una de las respuestas puede encontrarse en las ciudades. La paz, al estar subordinada a los temas de seguridad, no se contempla como un asunto de ciudades, a menos que hayan tenido un asunto histórico de relevancia. Sin embargo, el tema de desarme nuclear incluye a toda persona en este planeta debido a su carácter destructivo masivo, por eso el incentivar la paz imperfecta como proyectos locales para el desarme es un objetivo que las ciudades del mundo podrían tener; esto, en el caso de Hiroshima y Nagasaki, les puede otorgar legitimidad.

Para acompañar a estos procesos de propuesta y construcción de una agenda de paz común en favor del desarme, la creación de alianzas estratégicas entre ciudades y organizaciones no gubernamentales juega a favor de ambas figuras; por un lado, establece un punto de reconocimiento común entre actores no gubernamentales y aquellos que forman parte de una estructura estatal, mientras que articula una proyección de escala mayor al alcance que inicialmente podría tener un ente subestatal.

Pensar en la ciudadanía organizada como aliada a largo plazo en los procesos de paz es fundamental, pues son, finalmente, las personas en todos los niveles en que se vive la realidad global quienes son el objetivo, el agente, y quienes deben disfrutar de una vida en paz.

 
 
 

 

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NOTAS

En 1992, Mongolia, por cuenta propia, generó una declaración unilateral, se declaró como un Estado libre de armas nucleares y fue reconocido en la Asamblea General de las Naciones Unidas con la resolución 53/77D.

Texto original en inglés: Partnerships are forged between international actors and local governments, within and beyond conflict areas, in attempts to create political and institutional environments in which reconstruction lasts. Concretely, humanitarian aid agencies, un organizations, transitional administrations, peace-keeping forces and ngos invite local governments to join their peace-building efforts (Musch, 2014, p. 3).